Empieza a leer «De centeno y adormideras – De centeo e durmideiras» de Rosalía Fernández Rial

08/04/24

De centeno y adormideras
I. CENTENO

Al Noroeste de la isla,
en el extremo izquierdo
de tu pecho,
abre su boca la vid.
Sísmica lates la cólera del fruto
que arde en tu madera
y un olor a sangre
ramifica
estampidas de animales
huyendo del incendio,
éxodo infernal.
A contracorriente,
entre deseos de llama fugaz
extiendo mi piel en la tierra,
siego hoces heridas
y bebo, con cada parte del cuerpo,
la sed que silente estallas
en mí.

Como un ancla cayendo
imantada
cayendo
concéntrica
al agua
desde la lengua del muelle
rogando mar.
Así mi boca
en tus muslos,
sumida
la mano
ciclón bajo labios
zambulléndose.
Piel cristal, roto
espejo, cala la hondura
en los cuerpos
cuando olvidan respirar.

Entre los brazos
de la isla
estrecha tu torso
el templo que construye
mi devoción.
Confidente
honro la imagen
de nuestros cuerpos
entrelazándose.
Embriagadas
sangramos una ceremonia
de centeno y adormideras
bajo agua.
Ahogas mi antigua fe.
Tras el naufragio
invento, hechizada,
una religión para ti,
mujer enredadera.

En el vértice del océano
que mis iris ruedan,
fareros,
en gran angular,
sumerges, altiva, el plano de tu cuerpo,
isla intermitente.
Con la pupila en llamas filmo
el destello de las playas
que navega la noche en ti,
tiritando salitre a dentadas.
Cerca la marea de mi tacto
la bahía que danza
tu esbeltez.
Fondeo y despliegas alas
en tus costas.
Latiendo luz
entiendo
que ningún imperio
merece conquistarte.

I. CENTEO

Ao Noroeste da illa,
no extremo esquerdo
do teu peito,
abre a súa boca a vide.
Sísmica latexas a cólera do froito
que che arde na madeira
e un aroma a sangue
ramifica
desbandadas de animais
fuxindo do incendio,
éxodo infernal.
A contracorrente,
entre desexos de chama fugaz
estendo a pel na terra,
sego fouces feridas
e bebo, con cada parte do corpo,
a sede que silente estouras
en min.

Coma unha áncora caendo
imantada
caendo
concéntrica
á auga
desde a lingua do porto
rogando mar.
Así a boca
na túa entreperna
sumida
a man
ciclón baixo labios
mergullándose.
Pel cristal, roto
espello, cala a fondura
nos corpos
cando esquecen respirar.

Entre os brazos
da illa
estreita o teu torso
o templo que constrúe
a miña devoción.
Confidente
honro a imaxe
dos nosos corpos
trenzándose.
Embriagadas
sangramos unha ceremonia
de centeo e durmideiras
baixo auga.
Afogas a miña antiga fe.
Tralo naufraxio
narcótica invento
unha relixión para ti,
muller enredadeira.

No vértice do océano
que os meus iris rodan,
torreiros,
en gran angular,
somerxes, altiva, o plano do teu corpo,
illa intermitente.
Coa pupila en chamas filmo
o fulgor das praias
que navega a noite en ti,
tremendo salitre a dentadas.
Cerca a marea do meu tacto
a baía que danza
a túa esvelteza.
Fondeo e despregas ás
nas costas.
Latexando luz
entendo
que ningún imperio
merece conquistarte.

De centeno y adormideras

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