¿Quiénes fueron ellas? Las protagonistas de ‘Pisaremos las calles nuevamente’

12/06/23

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Leer "Pisaremos las calles nuevamente" es leer sobre la historia silenciada. Es dar voz a quienes no la tuvieron y recordar para no repetir. La periodista Vivian Lavín recoge el testimonio de tres mujeres que lucharon contra Pinochet por una sociedad más justa. En esta breve publicación os queremos presentar a las protagonistas de este ensayo.
Son Valentina Álvarez, Gina Cerda y Elisabeth Rendic. «Ellas tomaron la decisión de compartir sus vidas y de transitar del horror a la esperanza» en palabras de Michelle Bachelet. Las tres compartieron una militancia tardía —ya en dictadura—, vidas clandestinas, torturas y años de cárcel.

Valentina empezó a militar desde muy joven en el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), organización de extrema izquierda que realizó multitud de acciones contra el régimen de Pinochet. Fue detenida en noviembre de 1986, en el ataque a la sucursal del banco del Estado Peñaflor. Estuvo 17 días bajo torturas y encarcelada 5 largos años y medio. De su militancia política destaca: «sentía que mi vida se había completado, que mi vida tenía una dirección, a pesar del miedo y la represión. Querer cambiar el mundo y sentirme protagonista de esos cambios, me llenaba del valor que necesitaba para no flaquear» .

Elisabeth Rendic era estudiante de medicina cuando empezó a militar en el MIR. Rápidamente, entró en contacto con la dirección del aparato. Se enamoró y amó en la lucha. También la muerte le tocó de cerca con la caída de varios compañeros. Durante la clandestinidad Elisabeth editó la revista ‘El rebelde’ a la par que ejercía de doctora de los heridos en combate. Fue detenida en noviembre de 1982 y torturada durante 17 días por el CNI. En la cárcel fue jefa del MIR de las presas políticas y como tal, tenía que informar y hacer cumplir las órdenes del exterior y ser, en cierta medida, un referente para las demás, mantener la moral alta. Una responsabilidad muy grande entre rejas. «La violencia no es patrimonio exclusivo de algún grupo social o político, depende de quiénes la usen y con qué objetivos. Es violento que existan seres marginados, excluidos; es violento que los poderosos sigan acumulando más y más riqueza en una línea de codicia interminable mientras otros van pauperizándose y sumergiéndose en la anestesia social impuesta por los que controlan los medios de comunicación y la fuerza».

De las tres mujeres, Gina fue la menos politizada. Entró en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) con ultimátum «o ahora o nunca» de su pareja de entonces y pasó a una semi clandestinidad. Gina era bailarina y estudiante para ser profesora de infantil. Quería cambiar las cosas, no estaba conforme con la dictadura de Pinochet por eso pasó a la clandestinidad, pero durante su militancia no llegó a encontrar el compañerismo y la solidaridad que muchos encontraron y que tan necesarios son. Fue detenida y duramente torturada debido al gran número de viajes que había realizado como bailarina de la compañía de Ballet Antumapu. La CNI se pensaba que era parte de una cédula internacional cuando en realidad era solo un cuadro bajo con muy poca información sobre los actos que ejecutaba la organización. Fue en la cárcel donde tras años de inseguridad por no encajar con ningún grupo político, consiguió encontrar la solidaridad de las compañeras. También ahí descubrió su pasión por la costura y su capacidad para dirigir a las compañeras. Asimismo, fue donde más se politizó. «Recuerdo que, cuando me dijeron que sería la encargada de control de calidad de las artesanías, casi me morí. No lo podía creer, porque yo no era buena para la costura. Pero ahí descubrí que me gustaba, que la hacía bien y que, además, era medio «agujona», muy exigente, porque yo quería hacer bien las cosas».
Con el testimonio de las tres protagonistas y el trabajo de Vivian, entendemos como estas mujeres tildadas de terroristas de alta peligrosidad por la prensa de la época, fueron en realidad jóvenes que sintieron la necesidad imperiosa de cambiar las injusticias del Chile de la época. Un relato necesario para comprender las vivencias de una generación y un país, que a 50 años del golpe de Estados contra Allende, sigue siendo imprescindible recordar para no olvidar.

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